Chapter 37
Capítulo 37
Al amanecer, Carol despertó temprano.
Ella aún no sabía que alguien la estaba vigilando.
Al abrir los ojos, lo primero que hizo fue llamar a la vecindad Helios para averiguar si Aspen había regresado.
Al no recibir una respuesta afirmativa, Carol sintió un dolor de cabeza.
¿Cuando podría divorciarse de una vez por todas?
Casi no tenía esperanza, no podia verla por ningún lado.
“¡Ay…!”
Carol soltó un suspiro de frustración, estaba molesta.
Aún era temprano, se quedó en cama usando su celular, esperando tal vez encontrar alguna pista sobre el paradero de Aspen, pero en cambio, se topó con un anuncio de búsqueda de personas de la familia Fuentes. This is property © of NôvelDrama.Org.
La familia Fuentes no podía encontrarla y habían publicado un anuncio en internet.
Todos los medios de comunicación y canales de televisión difundían la información, como si temieran que ella no la viera.
Afortunadamente, el anuncio no incluía su foto y tampoco mencionaba su nombre, solo relataba brevemente los hechos del día anterior.
Si ella lo veía, sabría que la estaban buscando.
Carol se sentó y miró fijamente el anuncio de búsqueda, estaba pensativa.
No tenía ningún lazo con los Fuentes y no quería involucrarse en ese asunto.
Había regresado para divorciarse de Aspen y no quería complicaciones con otras
personas.
Pero al pensar en aquel niño irascible, no pudo evitar preocuparse.
Las enfermedades mentales son aterradoras y, si solo se manifestaban en silencio o con rabietas, aún era manejable, pero lo que temía era que pudiera terminar en autolesiones.
Muchos niños con graves trastornos mentales terminan suicidándose.
Durante los cinco años que vivió en la montaña, y debido a la falta de distracciones. sociales, tuvo mucho tiempo para estudiar sobre esos temas.
Y sabiendo que su hijo crecería en una familia monoparental, leyó una gran cantidad de libros sobre educación infantil y psicología infantil.
En lo que respecta a la educación de niños con necesidades especiales, le faltaba solo un certificado, pero tenía esa capacidad.
Carol lo pensó y decidió hacer una visita al hospital.
Ella también tenía un hijo y no podia permitirse ignorar una situación de vida o muerte, consideró que era como acumular bendiciones para su propio hijo.
Carol se levantó y fue a la cocina para preparar el desayuno para sus tres pequeños. Después de asearse y dejar una nota, salió de casa.
Sin embargo, justo cuando llegó a la entrada del hospital, se encontró con Morgan.
Al recordar que lo había golpeado la noche anterior, se sintió un poco culpable y quiso fingir que no lo conocía, pero Morgan bloqueó su camino.
“Vaya, si no es la señorita Rica Paz. Qué casualidad que nos encontremos de nuevo.”
Morgan no ocultó sus sucios deseos al ver a Carol y la miró de arriba abajo sin disimulo.
Carol frunció el ceño y, con la mentalidad de evitar problemas, intentó ser tan cortés como pudo.
“Tengo que ver a un amigo y tengo prisa, me voy.”
Cuando Carol intentó irse, Morgan no la dejó pasar.
“¿Ver a un amigo? Eso no es tan divertido como estar conmigo. Anoche acabamos antes de empezar, hoy tienes que compensarme bien. Vamos, te llevaré a divertirte.”
Morgan comenzó a manosearla y Carol se enfureció.
“¿Qué estás haciendo? ¡No te conozco, aléjate de mi!”
Carol intentó irse, pero Morgan le hizo una señal a sus guardaespaldas y dos de ellos se precipitaron hacia ella. Antes de que pudiera pedir ayuda, la forzaron a subir a un coche.
“El que no respeta el brindis, paga por ello. Aún intentas enfrentarte a mi.”
Morgan murmuró y llamó a Ayla.
Ayla aún estaba acostada en la habitación del hospital, y al saber que Carol había llegado, se enfureció.
¡Ella creía que las heridas en su cuerpo tenían algo que ver con Carol!
¡Que Aspen negara públicamente su relación con ella era culpa de Carol!
Y también aquel retiro de inversión de cincuenta millones, ¡todo había sido causado por Carol!