Capítulo 345
Capítulo 345
Mis ojos se calentaron, y entre lágrimas y risas, le envié mi ubicación preguntándole: “¿Y qué pasa con tu Hawaii? ¿Ya no vas a tener un romance?”
¿Qué es más importante, un romance o tú? No voy a dejarte sola en Navidad.”
Ella no lo tomó en serio y cambió el tema con una sonrisa: “Además, he oido que Villa del Mar también es un buen lugar para encuentros románticos.”
“No sé cómo agradecerte”
No pude contener mi risa: “Solo puedo ofrecerte comida, bebida, diversión, todo incluido, para mostrar mi aprecio.”
En realidad, entre nosotras, el dinero ya ni se consideraba. A ninguna le importaba eso.
Sin embargo, al oirme, ella jugó su papel: “Señorita Coral, qué generosa! ¡Te agradeceré personalmente!”
Cuando Leticia llegó, mi humor mejoró mucho. Ella se paró junto a la ventana admirando el paisaje nevado de Villa del Mar mientras decía: “Esa noticia sobre Camilo, ¿qué piensas?”
Me quedé sorprendida un momento y pregunté: “¿Qué qué pienso? No tengo nada particular en mente.”
“Ah, si, como no.”
Leticia me dio un toque en la cabeza y dijo: “Le gustas y supongo que tú también deberias estarlo, de todos modos no te has cerrado al amor, ¿verdad?”
“Un poco.”
Me senté en el sofá, acurrucándome, y con mis manos mostré una pequeña distancia, parpadeando: “Es ese tipo de sentimiento, que puede estar ahi o no.
Ya había pasado la fase de dejar que el amor creciera salvajemente, ya que una vez que cayera en la trampa no había remedio.
“Eso está bien.”
Leticia asintió, sentándose a mi lado y diciendo: “Ha esperado a la señorita Monroy tantos años sigues chocando contra ello sin darte cuenta, solo te estarás poniendo en la linea de fuego.”
“Si, lo tengo en cuenta.”
Nada entre nosotros era probable. Leticia, incapaz de contenerse, me llevó a pasear por el casco antiquo de Villa del Mar, que, con el auge turistico de los últimos años, estaba abarrotado de gente durante la Navidad, creando un ambiente muy festivo
Camilo me llamo, pero no lo escuché. Cuando volví a llamar, él tampoco contesto
Por la noche, Leticia y yo volvimos al hotel a cambiarnos y luego bajamos al bar. Me senti con sentimientos encontrados, y ella aún más. Ese día era la boda de Thiago.
Aunque hablan terminado, compartiamos los mismos circulos sociales y hasta mi Instagram estaba lleno de fotos de la boda de Thiago. Era bastante doloroso.
Bebiendo cada vez más, ella comenzó a duplicarse frente a mi. Por suerte, estábamos en el hotel, rodeados de seguridad, asi que era seguro.
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Leticia, emocionalmente afectada, también bebió mucho. Se acercó a mí, oliendo a alcohol y me dijo: “¿Estás… estás borracha?”
Negué con todas mis fuerzas: “No, no estoy borracha
“Oh… entonces sigamos bebiendo. No nos vamos hasta estar borrachas, jal diablo con los hombres estúpidos!”
“¡Si!”
Solté un eructo de alcohol y le dije: “No te preocupes, Leti, Thiago no te merece en absoluto…”
intenté levantarme para abrazarla, pero perdi el equilibrio y me tropecé, cayendo hacia el otro lado.
Inesperadamente, alguien me atrapó firmemente. Lo empujé de inmediato, mirando confundida hacia la persona, sintiéndome mareada, solo viendo un rostro borroso ante mi.
“¿Ca… Camilo?”
El hombre tenía una expresión muy seria, sosteniendo mi brazo para que no cayera, y mirando a Leticia con una voz profunda: “¿Estás bien?”
Leticia hizo un gesto amplio con la mano: “Por supuesto que si! Camilo, llévala a su habitación primero.”
La presión en el aire bajó aún más!
Parada a su lado, no pude evitar estremecerme y le dije: “Camilo, ¿cómo es que hoy pareces tanto a…?
“¿A quién?”
“Isa… Isaac.”
“¿En qué piso estás?”
19!”
Saqué la tarjeta de mi bolso y se la entregué.
Al salir del ascensor, medio adormilada, finalmente reaccioné preguntándole: “¿Cómo puedes er tiempo de venir a buscarme?”
Él me guio fuera del ascensor y preguntó: “¿Por qué no iba a tener tiempo?”
“No es que encontraste a Vanesa…”
Mientras hablaba, senti una mirada intensa y, al mirar hacia el lugar no muy lejano, vi a un hom apoyado casualmente en la puerta de mi habitación, quedándome atónita.
¡Aquel hombre era Camilo! Era él, entonces…
Parecía haber recobrado la conciencia por un instante, sacudi la cabeza y abri los ojos para mirar al hombre a mi lado. De repente, me solté de su agarre y terminé sentándome cayéndome de nalgas en suelo.