Diario de una Esposa Traicionada por Rocio H. Gómez

Capítulo 319



Capítulo 319 

Abril tenia el rostro ligeramente tenso y soltó un bufido: “¿Y qué si yo misma los corté?” Belonging © NôvelDram/a.Org.

Aloír eso, perdí el interés en seguir discutiendo y solo miré hacia Lorena: “Lorena, ¿puedo irme ya?” 

Pensé que solo estaba defendiendo a su hija. 

En aquel momento que la verdad salió a la luz, estaba claro que no tenia nada que ver conmigo. 

Nunca imaginé que ella cariñosamente pellizcaría la mejilla de Abril preguntándole: “Abril, ¿estás loca? ¿Comprometer tu propia inocencia solo para difamarla?” 

Abril puchereó, actuando de manera coqueta: “Mamá, ime equivoqué! Es que ella es muy terca, no me dejó otra opción.” 

Lorena habló con afecto: “Sube primero, mamá se encargará.” 

Su tono era suave, sin rastro de reproche. Probablemente era la madre más indulgente del mundo. 

Abril sonrió felizmente y le dijo: “Mamá, tú siempre me mimas!” 

Dicho eso, subió las escaleras alegremente, mientras Lorena la observaba con una sonrisa y su expresión era muy tierna. 

Una vez que o desapareció de la vista, Lorena lentamente desvió su mirada, sin un ápice de calidez hacia mi, como si mirara algo sucio: “Cloé, te ofreci un brinds, pero fuiste tú quien lo rechazó.” 

Con esas palabras, se dirigió al guardia de seguridad ¡Que se quede fuera, de rodillas! Cuando escuche que está lista para irse al extranjero, entonces puede volver a entrar.” 

Mr. 

Miré hacia ella atónita y le pregunté: “¿Qué derecho tienes para hacer eso?” 

“¿Derecho?” 

Lorena soltó una risa fría: “Quizás deberías preguntarte a ti misma, ¿qué significa tener derecho?” 

Mi rostro empalideció al instante. Si. Era una pregunta estúpidamente ingenua. Permiti que el guardia 

de seguridad me llevara afuera y los copos de nieve caian sobre mi, derritiéndose rápidamente. Sin embargo, ¡me negaba a arrodillarme! Apreté los dientes, luchando desesperadamente. 

Lorena me miraba a través de la ventana como si viera a un payaso. Después de un largo rato, s se molestó, se puso un abrigo de piel, tomó un paraguas y salió diciendo: “Inútiles, ini siquiera pueden con una mujer! 

Al siguiente segundo, aprovechando que el guardia me restringia, pateo con la punta de su tacón mi rodilla. Bajo el dolor y el reflejo condicionado, ¡cal de rodillas! El frio del agua de nieve se filtró inmediatamente a través de mis rodillas. Doloroso y frío. 

Mirando a Lorena desde abajo, sin haber llorado ni siquiera cuando me divorcie, mi rostro se humedeció por completo sin darme cuenta y tartamudeé: “Lorena en qué me equivoqué después de todo?” 

Con Abril, nunca habla luchado ni competido. Ella me presionaba constantemente, y yo sabia que no tenia a nadie en quien apoyarme, incapaz de competir siempre soportando cuando podía. 

“Si realmente hay que decirlo, no hiciste nada mal.” 

Ella me miró desde arriba, como si viera a un insecto: Tu único error fue ser la ex esposa de Isaac Montes, Abril te teme. Lo sé, también puedo verlo, no tienes interés en competir con ella por nada.” 

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Capitulo 319 

“Entonces, ¿por qué…?” 

“¿Por qué yo, al igual que Abril, te trato así? ¿Te obligo a irte?” 

Al mencionar a Abril, su mirada se llenó de la ternura de una madre, pero su expresión hacia mí permaneció fría: “Porque soy su madre, la única persona en este mundo que puede protegerla sin condiciones.” 

Qué palabras más cálidas. Sin embargo, mis lágrimas fluían aún más fuerte. 

Ella miró al guardia de seguridad y con voz fría dijo: “Asegúrense de que esta mujer no se levante, si es que aún puede hacerlo, podrán decirle adiós a su trabajo.” 

La nieve caia más fuerte. 

Tan fuerte que mis rodillas ya estaban congeladas y aunque nadie me detenia, no podría levantarme. 

Al levantar la cabeza, vi a Abril parada en la habitación del segundo piso, con una sonrisa triunfante en su rostro mientras decía: “Una perdedora total.” 

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