Capítulo 254
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¿Todo lo del pasado, saldado?
Julio tomó el documento y lo revisó detenidamente. Cada página dejaba muy en claro que no habría más relación entre los dos. Finalmente, vio la cantidad de la compensación: jocho cientos millones!
¿Tanto dinero? ¿De dónde lo sacó?
Julio ya había investigado a fondo la empresa de Silvia; sus activos líquidos no superaban unas pocas docenas de millones. Incluso vendiendo la empresa, no podría reunir tanto dinero.
Julio soltó una pequeña risa y arrojó el documento directamente a la basura.
-¿Por qué crees que voy a firmar esto tan ridículo?
-Mi clienta dijo que, si no desea firmar, eso demuestra que no le importa el dinero, y de igual manera, todo lo del pasado quedará saldado.
Miguel bajó al instante la voz:
-Espero que después de esto, no use más este asunto para chantajearla moralmente. Recuerde, es usted quien no lo quiere, no que ella no esté dispuesta a devolvérselo.
Miguel, quien había visto crecer a Silvia, siempre quiso con todas sus fuerzas defenderla. Pensaba que lo echarían, pero para su gran sorpresa, Julio solo le respondió:
-Tranquilo, no volveré a mencionar este asunto.
Miguel quedó un poco desconcertado al respecto.
Julio, sin embargo, estaba completamente lúcido; sabía muy bien con gran certeza cuán decidida estaba Silvia, que prefería pagar una suma exorbitante antes que tener algún tipo de
vínculo con él.
Después de que Miguel se fue, Julio le preguntó a Adrian:
-Si la persona que te ama cambiara de opinión, ¿qué harías?
Adrian pensó de inmediato en su novia:
-Si ella se enamorara de otro hombre, la haré arrepentirse para toda su vida.
¡Exactamente! ¡Arrepentirse!
Julio se masajeó las sienes
-Vamos de inmediato al aeropuerto.
¡Iba a buscar a Silvia!
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Adrian sabía que no podría disuadirlo, así que no lo intentó y lo siguió.
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En Aguablanca.
Después de un día de descanso, Viviana se preparaba para irse.
Silvia la acompañó al aeropuerto y se despidieron. De regreso, recibió una llamada de Luis.
-Silvia, debes cambiar en este momento de lugar, Julio está a punto de llegar.
Silvia se quedó paralizada en el lugar. Pensaba que Julio tardaría meses o incluso más tiempo en encontrarla, no esperaba en realidad que fuera tan pronto.
-Luis, ¿puedes llevar a Nuria y a los dos niños?
Luis se mostró algo confundido:
-¿Tú no te vas?
-No quiero seguir huyendo.
Silvia, enfrentando el viento marino, le habló con una voz muy quebrada.
-Este mundo realmente no es tan grande, si Julio no se rinde, tarde o temprano nos encontrará.
Durante los años anteriores en el extranjero, Julio nunca dejó de buscarla. Cada vez que estaba a punto de encontrarlos, ellos tenían que cambiar de lugar. Esto en realidad era muy agotador.
-Quiero dejarle muy en claro que entre nosotros ya no hay ninguna posibilidad -le dijo Silvia.
Luis permaneció en silencio por un momento.
-Voy en camino. Si intenta obligarte, lo haré desaparecer.
Antes de que Silvia pudiera responder, él repentinamente colgó el teléfono. En el extranjero, no era como en Brasmo, donde Julio podía hacer lo que quisiera.
Una hora más tarde, Nuria y los dos niños estaban a punto de irse. Juan y Oscar, ya acostumbrados a estos cambios de país en país durante estos años, no preguntaron el motivo. Sin embargo, la salud de Nurja estaba empeorando día a día y no sabía cuánto más podría soportar.
Silvia, llena de una gran compasión, la abrazó:
-Nuria, gracias infinitamente por todo.
-Tonta, ya estoy vieja, pero estar con ustedes no ha sido ningún sacrificio -respondió Nuria
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con una amplia sonrisa. Luego, se subió al coche.
Silvia los vio marcharse, quedándose sola en la casa que apenas había logrado establecer en los últimos días. La sensación de soledad era un poco abrumadora.
Al caer la noche, Silvia, envuelta en una manta, se sentó en el sofá.
de repente, con un estruendo abrumador, alguien pateó la puerta desde afuera. Al levantar la ista, vio justo a Julio entrando con un grupo de guardaespaldas.
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