Capítulo 221
Capítulo 0221
Las críticas que Julio había enfrentado en la fiesta parecían ser totalmente insignificantes en ese momento. No despertó a Silvia, en cambio, la abrazó con suavidad cuando se dio cuenta de que su frente estaba ardiendo.
-¡Tienes fiebre!
Silvia, que había sido despertada por su movimiento, tenía la cabeza adolorida.
-Has regresado.
-Sí. Tienes fiebre, llamaré de inmediato al médico para que venga le dijo mientras se disponía a dejarla y buscar su teléfono.
Pero Silvia lo detuvo repentinamente, aferrándose con fuerza hacia él.
-No quiero ver al médico, solo necesito tomar algo de medicina para
la fiebre.
Había pasado casi medio mes y aún no había tenido preciso la oportunidad de ir al hospital para verificar si estaba embarazada. Si un médico encontraba algo, esto sería bastante desastroso.
Ella se acercó a él, suave y cálida. La mala sensación que había tenido durante el día desapareció por completo para Julio.
-Pero…
Silvia lo abrazaba tiernamente sin soltarlo:
-Juli, no quiero ver al doctor, por favor, no quiero ver al doctor, de verdad estoy muy bien.
Aunque Silvia le había suplicado, él aún no había perdido la razón.
-¿Qué te pasa hoy?
Ante los ojos de Julio, Silvia rara vez coqueteaba, especialmente desde que regresó del extranjero. Siempre que lo hacía, era porque precisamente necesitaba algo.
Al ver que él comenzaba a sospechar, Silvia en ese momento escondió su rostro en su pecho y murmuró:
-Mi papá murió en el hospital, y también el bebé. Realmente tengo mucho miedo de ver a un
médico.
Al mencionar al padre de Silvia y al bebé, Julio cedió.
-Voy a traerte la medicina.
-Está bien.
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Julio la soltó y se levantó para conseguir la medicina. Mientras estaba en el sofá, ella miró la figura alta y recta de Julio con una mirada muy
distante.
Pronto, él regresó con agua tibia y la medicina. Silvia tomó la medicina y se la pasó de inmediato, luego forzó una sonrisa.
-Estoy bien, estaré bien pronto.
-Hmm.
Aunque ella le dijo que estaba bien, Julio aún estaba muy preocupado.
Por la noche, Silvia todavía tenía fiebre baja. Después de tomar un breve baño, Julio la abrazó.
Ella no pudo evitar preguntarle:
-Quiero hacerte una pregunta, ¿es verdad que las personas discapacitadas son naturalmente inferiores a los demás?
Esa pregunta ya se la había hecho justo cuando era niña. En aquel entonces, él le dijo que cada persona era un pequeño ángel enviado por el Dios a la tierra, solo que algunos ángeles, al descender, se lastimaron accidentalmente. En realidad, precisamente todos eran iguales.
Julio respondió sin dudarlo:
-Es natural. Este mundo en sí mismo es injusto, en realidad, las personas son desiguales
desde el nacimiento.
Silvia sintió un fuerte dolor en la garganta nuevamente.
Sí, somos desiguales desde el nacimiento.
Julio notó que algo andaba muy mal con el estado de ánimo de ella y puso una gran mano en su
hombro.
Es por eso, por lo que necesitamos esforzarnos en la vida para crear todo lo que queremos.
Silvia apretó su ropa con fuerza.
-Sí, lo entiendo todo muy bien.
Ella pensó que su «Juli» simplemente había cambiado sus respuestas debido a su crecimiento y experiencias pasadas. Aún insatisfecha, ella continuó:
Juli, no puedo dormir. Qujero ir a nuestro escondite de la infancia, ¿puedo?
El término «<escondite de la infancia» sorprendió un poco a Julio.
-¿Qué escondite de la infancia?
Silvia sintió en ese momento que su garganta se apretaba aún más. ¿Podría ser que la persona
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frente a ella realmente no era la misma que había amado desde la infancia? Después de vacilar durante mucho tiempo, ella sonrió con gran amargura.
-Es solo un estanque cerca de la casa de mi familia Orellana, era justo mi escondite secreto cuando era niña, tal vez nunca te lo he contado.
Julio encontró algo extraño el comportamiento de Silvia hoy, siempre hablando del pasado. Después de tantos años, él ya había olvidado muchísimas cos